TERRORES NOCTURNOS

En muchas ocasiones vemos que una gran cantidad de padres confunden las pesadillas con los terrores nocturnos, llegando incluso a usar ambos conceptos como sinónimos. La realidad es que son dos cuestiones bien diferenciadas que requieren de diferentes abordajes y que pueden presentar muy distintas causas. Próximamente enlazaremos desde esta entrada a un nuevo post en el que hablaremos sobre las pesadillas.

Comenzaremos diciendo que un TERROR NOCTURNO entra dentro del grupo de las  denominadas Parasomnias. Estas alteraciones del sueño se representan por activación del sistema fisiológico en determinados momentos del ciclo vigilia-sueño. Dicha activación genera la puesta en marcha del sistema nervioso vegetativo (parte del sistema nervioso autónomo que controla las acciones involuntarias), sistema motor y procesos cognitivos. Las parasomnias son muy amplias y junto a los terrores nocturnos podemos encontrar pesadillas y sonambulismo.

En el TERROR NOCTURNO suele suceder aproximadamente una hora después de haberse dormido el niño. Vamos a encontrar a un niño que se despierta de forma brusca y súbita en medio de su sueño y que se manifestará por medio de gritos, llanto y un elevado índice de angustia. A nivel fisiológico tienen una importante trascendencia, pues su frecuencia cardíaca se verá notoriamente aumentada, su respiración será muy rápida, estará sudando de forma abundante y, si encendemos la luz, observaremos que sus pupilas están muy dilatadas. Dicha situación será muy difícil de controlar. Costará mucho calmar al niño. Tras un tiempo, que suele estar en torno a los 3 minutos, volverá a quedarse plácidamente dormido. Es muy llamativo que, tras la impresionante manifestación de pánico observada durante la noche, a la mañana siguiente, el niño no recordará absolutamente nada de lo acontecido. 

En algunas situaciones se observan TERRORES NOCTURNOS como manifestación psicosomática de acoso escolar o de otra naturaleza, dificultades escolares, celos ante otros hermanos y frente al embarazo de la madre. 

Es importante consultar con un especialista ya que los TERRORES NOCTURNOS pueden concursar en el transcurso de algunos cuadros patológicos (ser manifestación de alguna enfermedad), ser producto del consumo de algún tipo de drogas (importante en adolescentes) e incluso ser un efecto secundario o no deseado de algún fármaco con el que su hijo esté siendo tratado. Además, constan en las investigaciones en torno a un 3% de niños que han padecido Terrores Nocturnos con desaparición en la adolescencia sin tener trascendencia alguna. Sí son llamativos los cuadros de terrores nocturnos que debutan en la edad adulta. Dicha aparición constituye un importante y fundado motivo para consultar a un especialista.

Llámenos en cualquier momento para consultarnos si considera que su hijo padece terrores nocturnos o si no lo tiene claro. Estaremos encantados de asesorarle telefónicamente y de indicarle si fuera conveniente realizar una valoración de su hijo.

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