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Cuando leemos letras y no palabras
Cuando evaluamos dificultades de aprendizaje, y en concreto la lectura, en escolares de Educación Primaria, siempre nos resulta de gran interés conocer qué rutas de acceso al contenido leído se están empleando, para lo que nos será de gran utilidad conocer qué es la ruta fonológica y la ruta semántica.
Siempre ponemos un ejemplo similar: cuando aprendemos a leer, al llevar a cabo la lectura de la palabra «MADRID», leeremos «M – A – D – R – I – D», es decir, nos centraremos en pronunciar los sonidos de cada una de las letras y posteriormente unirlos para formar una palabra, no obstante, nuestro esfuerzo se habrá centrado convertir letras en sonidos y no en identificar la palabra. Si viajamos en el tiempo unos cuantos años y nos situamos de pronto al volante de nuestro vehículo, conduciendo por una carretera en la que encontramos un cartel en el que pone «MADRID», de un único golpe visual leemos la palabra y le damos un significado. El primero de los casos es la ruta fonológica (conversión de letras a sonidos sin la participación de más procesos).
¿Cómo funciona la ruta fonológica?
Una vez percibida la palabra, se procede a realizar un análisis visual de las letras que precede al análisis grafémico. Este proceso finaliza en el reconocimiento de las letras. Una vez finalizado este «trámite», procedemos a la recodificación fonológica, es decir, el proceso en el que convertimos la letra (el grafema) en un sonido.
Hasta aquí, este proceso generará una lectura oral que quedará relegada a los procesos de conversión grafema -> fonema sin llegar a involucrar al sistema léxico-semántico, es decir, no dando un significado a la comprensión de lo leído.
Dificultades de aprendizaje y ruta fonológica
Las dificultades en la ruta fonológica, sin duda alguna, generarán problemas en los procesos de aprendizaje. Tanto es así que una gran parte de los escolares evaluados presentan un uso predominante de la ruta fonológica sobre la ruta semántica, de la que hablaremos en otra entrada dedicada a ella.
Lo habitual es que encontremos:
- Ritmo lector lento.
- Excesivo silabeo.
- Segmentación de palabras en letras o sílabas.
- Escasa o nula comprensión lectora.
- Lectura inmadura y poco apropiada a la edad del escolar.
- Lectura de palabras sin acentuación apropiada.
- Pronunciación y entonación poco adecuadas.
- En muchos casos, es habitual el seguimiento de las letras con el dedo