A la hora de llevar a cabo los procesos lectores, ejecutamos un modelo de actividad basado en una doble ruta: la ruta fonológica y la ruta semántica (conocida también como ruta léxica). Ambas son predominantes en diferentes momentos del desarrollo y en diferentes etapas del proceso de adquisición lector. Vamos a ver detenidamente en qué consiste esta modalidad de acceso a la lectura, cuándo es habitual encontrarla y cuándo puede generar determinadas dificultades en la lectura.
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¿Qué es la lectura?
La lectura constituye un proceso cognitivo con una doble finalidad. Una de ellas, la primera, es mecánica. En este caso, se valoran los procesos de conversión del grafema (aquello que está escrito) a fonema (el sonido que emitimos) estudiándose en relación a diferentes parámetros:
- Unidad de lectura (letra, sílaba, palabra, frase)
- Ritmo de lectura
- Entonación de palabras y frases.
- Respeto de signos de puntuación.
- Velocidad
- Precisión en la lectura (que el escolar lea lo que está escrito).
Comúnmente, cuando un escolar ejecuta estas variables de forma apropiada se suele decir que «lee bien». ¿Es del todo cierto? Es realmente importante valorar en la lectura la comprensión, que sería la siguiente finalidad de la lectura y se valoraría en base a:
- Adquisición de una idea general del texto (acertada)
- Comprensión del contenido esencial.
- Recuerdo del contenido accesorio.
- Capacidad para extraer conclusiones.
- Capacidad para hacer relaciones de contenido entre diferentes partes del texto leído así como para establecer relaciones de causalidad.
La ruta Semántica
Cuando escribíamos sobre la ruta fonológica, explicábamos que era la lectura de los sonidos de cada letra. Pues bien, podríamos definir a la ruta semántica como el proceso lector que permite identificar a una palabra como una unidad lectora siendo capaz de hacer una aproximación visual de la misma, ejecutando una mecánica más ágil así como una rápida comprensión de la misma.
La ruta Semántica es habitual en escolares que ya han dado sus primeros pasos en la lectura, que suelen ser, casi de forma exclusiva, fonológicos. Igual sucede con el aprendizaje de un idioma: los inicios son fonológicos para posteriormente pasar a un control dominante de la ruta semántica. Es decir, el proceso natural de adquisición de la mecánica lectora pasa del componente fonológico al semántico.
La ruta Semántica y la ruta Fonológica
En base a lo comentado previamente, podría entenderse que la ruta fonológica se usa cuando somos pequeños o estamos aprendiendo a leer y posteriormente debemos usar la ruta semántica. No es cierto del todo. Se trata de una cuestión de rutas predominantes. Vamos a verlo.
Si extinguiéramos por completo la ruta fonológica o no hiciéramos uso de ella (algunas dificultades lectoras se deben a este aspecto), cada vez que quisiéramos leer una palabra nueva, nos costaría muchísimo y cometeríamos una gran cantidad de errores al confundir palabras similares (camión-canción, calar-cantar, venir-teñir, etc). Por tanto, es fundamental que se observe, según se va asentando la mecánica lectora, una predominancia semántica que conviva con una refuerzo fonológico (a veces lo llamamos rescate fonológico) que toma papel predominante cuando aparece una palabra nueva o cuando es preciso diferenciar una palabra de otra muy similar.
La ruta semántica y la comprensión lectora
Por lo general, el uso de la ruta semántica tiene implícita la comprensión de la palabra, ya que su identificación se asocia directamente a nuestro almacén semántico donde ya se genera un significado a la misma.
En ocasiones encontramos escolares con muy buena mecánica lectora, es decir, de esos que «leen muy bien» pero que posteriormente no comprenden absolutamente nada de lo leído… y nos resulta extraño. En muchas ocasiones observamos que estos escolares presentan una lectura fonológica realmente entrenada y estimulada, pero sólo están leyendo sonidos, sin que lo leído presente ningún tipo de significado para ellos.
Otra de las situaciones que encontramos es la de escolares con una buena lectura mecánica y una ruta semántica predominante en los que encontramos numerosas confusiones de palabras, llevando a generar una comprensión «paralela» en la que incluyen las palabras mal leídas como parte del texto. En muchas ocasiones no comprenden o no dan sentido a lo leído al ser incongruente, claro. En estos casos observamos ausencia de equilibrio entre rutas o una ruta semántica dominante sin los ya citados recursos fonológicos de rescate.
Estimulación de la ruta semántica
En muchas ocasiones, como podéis ver en casi todas nuestras entradas, os dejamos recursos para aplicar en casa o en el aula, no obstante, en este caso es complicado, ya que la estimulación de la ruta semántica pasa por una valoración previa de la situación presente de cada escolar, así como por observar detenidamente cuáles son los aspectos a reforzar. Por este motivo, siempre os recomendamos una consulta con un profesional, ya que en muchos casos, además, hay fortalecer de forma paralela:
- Procesos de conversión grafema – fonema.
- Procesos de conversión fonema – grafema.
- Conciencia fonológica.
- Conciencia semántica.
- Procesos de percepción visual.
- Integración auditiva.
- Otros aspetos específicos observados.
Además, siempre habrá que valorarla haciendo contraste con la ruta fonológica, observando si es preciso generar estrategias de rescate, proceder a trabajar para lograr una «disminución» de su presencia en los procesos lectores, o si por el contrario, hay que generar mayor peso de ésta en el proceso lector.
Como siempre, quedamos a vuestra disposición para cualquier consulta relacionada con este aspecto.
En próximas entradas trataremos otro aspecto de gran importancia muy relacionado con este tema como es el de la Fluidez Semántica.