Relación atención y memoria

En este artículo, Ana Belén Benito nos cuenta todos los aspectos que relacionan el proceso atencional con la memoria.

Procesos atencionales y memoria

En el proceso atencional existe una relación directa con la memoria, ya que sin esta seríamos incapaces de recordar todos aquellos estímulos que captamos a través de nuestros sentidos.

La memoria de trabajo (o episódica) y la memoria a corto plazo permiten hacer uso de toda la información que se requiere para poder reconocer y entender un estímulo en el cual estamos focalizando nuestra atención.

En la primera infancia es fundamental trabajar estos procesos; si se estimula bien a los niños estaremos mejorando su proceso atencional, de manera que aprenderán a distinguir qué cosas son importantes dentro de un contexto determinado y, poco a poco a recordar esto mismo. 

La relación entre la atención y la memoria está ligada al aprendizaje, ya que para poder aprender cualquier cosa necesitamos memorizar y, ambos procesos requieren atención.

Esta relación se forja basándose en la necesidad de establecer todo aquello que es importante para uno mismo, ya sea un camino, un número de teléfono, una fecha importante, la contraseña para acceder al correo electrónico, es decir, toda la información de la que hacemos uso de forma recurrente y por tanto acabamos aprendiendo y almacenando en nuestro sistema cognitivo. 

Atención y memoria en el aprendizaje

Con el objetivo de entender mejor esta relación múltiple entre aprendizaje, memoria y procesos atencionales, vamos a centrarnos en un punto que habitualmente nos preocupa dentro del proceso de aprendizaje, el rendimiento académico.

En muchas ocasiones, se entiende el rendimiento académico como un resultado meramente numérico del aprendizaje, sin embargo, debe definirse como la capacidad de adaptarse y dar respuesta a las exigencias que se generan dentro del ámbito escolar.

Esta adaptación es un proceso complejo que no consiste únicamente en memorizar conceptos, sino que debe aprender a gestionar, adaptar y usar de una forma eficaz todo aquello que ha ido aprendiendo de forma continuada en su vida diaria, ya sea dentro o fuera del contexto escolar.

En este proceso influyen muchas variables, desmintiendo así en cierto modo la cultura del esfuerzo la cual tenemos prácticamente de forma innata y por la que se entiende que todas las metas que nos planteemos pueden ser alcanzadas gracias al constante esfuerzo que está estrechamente ligado al sacrificio, la privación e incluso el malestar.

Sin embargo, a nivel educativo el esfuerzo no siempre implica tener éxito, será mucho más productivo el desarrollo de determinadas capacidades que sí que influyan de forma directa en el rendimiento académico.

En el caso concreto de la memoria, por encima de tener una buena capacidad para recordar prima la habilidad para saber en qué momento recuperar la información almacenada, poder modificarla y utilizarla para poder favorecer al aprendizaje, tomar decisiones, comprender situaciones, etc.

Lo mismo ocurre en el caso del proceso atencional que, influyen en el rendimiento académico ayudando a discriminar qué sentidos debes utilizar en cada momento teniendo en cuenta tu estilo de aprendizaje.

Si por ejemplo, tienes un estilo de aprendizaje visual, con el paso del tiempo habrás aprendido que debes focalizar tu atención en el sentido de la visa, ya que este te ayudará a almacenar toda la información y estará a su vez vinculado al tipo de memoria, en este caso visual.

Gracias a esto podrás elaborar las herramientas que te ayuden a mejorar tu rendimiento escolar.

Siguiendo con el ejemplo, a una persona con este estilo de aprendizaje, le ayudará el uso de mapas conceptuales, esquemas y todo tipo de recursos visuales que le permitan comprender y recordar aquello que desea aprender.

Artículo escrito por

Ana Belén Benito Pedagoga

Ana Belén Benito

PEDAGOGA ESPECIALISTA EN EDUCACIÓN ESPECIAL

Ana Belén Benito lleva a cabo funciones pedagógicas y Apoyo Escolar Especializado en Área 44.

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