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¿Qué es la memoria emocional?
Mucha gente piensa que la memoria solo está relacionada con lo que nos sucedió en otros momentos (recuerdos y experiencias). Sin embargo, la memoria es mucho más que eso, ya que también incluye las respuestas físicas y emocionales asociadas a la experiencia, que están relacionadas con la memoria.
La memoria emocional implica al aprendizaje, almacenamiento y recuerdo de eventos relacionados con sus respuestas fisiológicas y emocionales. Es decir, la memoria emocional engloba: el evento relevante, la emoción experimentada en ese momento y la respuesta de nuestro cuerpo a nivel fisiológico.
En esto consiste la memoria emocional, en «recordar» cómo el cuerpo se activó y las emociones que sentimos en ese momento. Es una memoria implícita porque a través de ella no recordamos el acontecimiento en sí (que es lo que hacen otros tipos de memoria, como la memoria autobiográfica), sino las respuestas que son activadas por nuestro organismo como consecuencia de ese evento.
Bases biológicas de la memoria emocional
Una estructura cerebral llamada amígdala juega un papel importante en la memoria emocional. Ya que permite el aprendizaje de asociaciones de emociones con situaciones y, además, la amígdala envía señales que facilitan las operaciones relacionadas con la memoria en otras áreas del cerebro, particularmente el hipocampo y la corteza prefrontal.
Su principal función es el aprendizaje a través del condicionamiento clásico de respuestas emocionales, mediante el cual relacionamos un estímulo con la emoción que sentimos mientras está presente. La actividad en la amígdala se asocia principalmente con emociones negativas y, más específicamente, con el miedo.
Se conoce que las hormonas y neurotransmisores del estrés, como el cortisol, interactúan con la amígdala. Este hecho puede ser facilitador de un recuerdo, pero también actuar como inhibidor: en muchas ocasiones afianzar recuerdos puede empeorar cuando nos sentimos ansiosos, porque la memoria de trabajo está parcialmente ocupada por el estrés.
Una de las funciones de la región frontotemporal del cerebro es facilitar la retención, almacenamiento y recuperación de recuerdos emocionales. Al mismo tiempo, las impresiones de activación emocional dan lugar al recuerdo a largo plazo de estos acontecimientos.
Relación entre emociones y memoria
Tanto la memoria como la emoción son dos procesos estrechamente conexos; en todas las etapas de la memoria, desde la codificación de la información hasta la recuperación a largo plazo de cualquier información, están influenciadas por factores emocionales. El efecto va en ambos sentidos, por lo que los recuerdos tienden a conducir a las emociones.
Las emociones son capaces de regular tanto en la memoria explícita como la implícita. Lo que nos hace recordar mejor o peor un evento no será tanto su relevancia en la historia personal como la propia intensidad de las emociones que se vivencien en el momento en el que tenga lugar dicho evento.
Las emociones influyen y se relacionan con la memoria a través de los propios procesos que tienen lugar en la memoria. Dichos procesos y su influencia son:
CONTENIDO: hace referencia a la carga afectiva emocional que tenga el material a recordar. Es decir, es más fácil recordar información que tenga una carga emocional que aquella que tenga una carga neutra.
CODIFICACIÓN: consiste en el estado emocional que se tenga durante este proceso. Es por ello por lo que el estado emocional que se tenga durante este proceso puede influir y sesgar la atención de los aspectos más importantes a recordar.
RECUPERACIÓN: El estado afectivo que la persona tenga durante la recuperación de la información influye, de manera que, si se encuentra con humor positivo recordará contenidos en esta línea.
Surgen una serie de fenómenos producidos por la interacción entre la valencia afectiva (cualidad positiva o negativa de una emoción) y cada uno de los aspectos de los procesos de memoria mencionados anteriormente:
Codificación congruente con el estado de ánimo
En el proceso de fijación de la información en la memoria, tendemos a fijar mejor la información cuando la valencia emocional es afín al estado ánimo en el que nos encontramos en ese momento.
Recuerdo congruente con el estado de ánimo.
Durante la recuperación de información, el estado emocional en el que uno se encuentre al recordar información puede influir en el contenido emocional del material recordado. Es por ello por lo que cuando nos sentimos felices somos capaces de recordar más acontecimientos positivos del pasado.
Memoria dependiente del estado de ánimo.
Cuando los estados de ánimo concuerdan en las fases de codificación y recuperación, mejora el proceso de recuerdo, independientemente de la cualidad positiva o negativa de la información a recordar. Sin embargo, estos fenómenos estrictamente dependientes de la memoria no suelen ocurrir, ya que a menudo cada evento o acontecimiento que tenga lugar suele ir acompañado de un tono emocional u otro.
Artículo escrito por
Blanca Rivas
Maestra y Psicopedagoga
Blanca Rivas lleva a cabo funciones de Psicopedagogía y Apoyo Escolar Especializado en Área 44