Límites y Normas de Conducta

En esta entrada, Laura Santos nos cuenta los aspectos más importantes sobre Límites y Normas de Conducta. Aspectos realmente importantes para trabajar en la educación de los niños desde edades muy tempranas.

¿Qué son los límites de conducta?

Los límites de conducta hacen referencia aquellos comportamientos o acciones que no debemos hacer o hasta dónde podemos llegar con nuestra conducta. Los límites deben ser marcados con afecto y firmeza, dejando de lado las amenazas y gritos ya que aportan miedo e inseguridad, por ejemplo: en vez de decir “si no comes todo lo de tu plato, no juegas”, podemos decir: “cuando comas todo, juegas con tus juguetes”

¿Qué son las normas de conducta?

Las normas son pautas de comportamiento, nos indican lo que podemos hacer y lo que no. Estas normas deben trabajarse para su interiorización en la primera etapa de vida del niño para que en el futuro pueda controlar sus impulsos, desarrollando la capacidad de esperar y entender que no todo se le puede satisfacer inmediatamente.

¿Por qué es importante establecer límites y normas?

Los límites y normas son fundamentales porque:

  • Ofrecen a los niños sentimientos de seguridad y protección por parte del adulto.
  • Les ayuda a crear su escala de valores aprendiendo lo que es válido y lo que no.
  • Crean una convivencia organizada y un clima de respeto.
  • Preparamos para la vida en sociedad que está regida por normas y obligaciones que hay que cumplir por el bien común.
  • Ayudan a que los niños desarrollen progresivamente la tolerancia a la frustración, es decir, la capacidad de entender que a veces las cosas no salen como nos gustaría.

¿Cómo deben de ser las normas?

Para favorecer el cumplimiento de las normas tenemos que tener en cuenta que éstas deben ser:

  • Realistas: Deben ser posibles de cumplir y estar adaptadas a la edad y habilidades del niño.
  • Claras: Tienen que ser entendidas por los niños, que sepan exactamente qué se espera de ellos y las consecuencias que tienen no cumplirlas.
  • Consistentes: Su aplicación debe ser similar en todos los ámbitos, independientemente del estado de ánimo, la presencia de otras personas, etc.
  • Coherentes: Aunque cada miembro familiar tenga normas diferentes, deben poder integrarse dentro del mismo sistema.

Por otro lado, hay tres tipos de normas:

  • Fundamentales: Deben ser muy claras, obligatorias e innegociables, por ejemplo, las agresiones: forman parte del respeto.
  • Importantes: Su cumplimiento global debe ser inevitable, pero puede haber matices dependiendo de las circunstancias que puedan negociarse, por ejemplo, la hora de llegada a casa un día entre semana y el fin de semana.
  • Accesorias: Regulan aspectos de la vida doméstica, por ejemplo, hacer la cama todos los días antes de salir.

Pautas para establecer límites y normas de conducta

  • Comunicar la norma. Tenemos que hablar con ellos de forma tranquila y darles mensajes concretos. No vale con decirles “pórtate bien”; tenemos que explicarles qué significa “bien”: no pongas los pies encima de la mesa, mantén la habitación ordenada, hablar sin gritar… Usaremos frases positivas: en vez de decir “no grites” es mejor decir “habla en voz baja”. Además, hay que explicarles las consecuencias positivas que conllevan su cumplimiento o negativas en caso de incumplimiento.
  • Puesta en marcha. Es importante mantener actitud firme, pero animando y colaborando al cumplimiento de éstas, destacando los avances y los éxitos. Es importante no cedes ante llantos o agresiones por parte de los niños en normas que consideramos fundamentales porque podemos favorecer a que no toleren su frustración. En vez de ceder, podemos dar alternativas y considerar ser flexible teniendo en cuenta las circunstancias.
  • Revisión y evaluación. El cumplimiento de estas por parte de los niños requiere tiempo y en caso de que no mejore con el tiempo, será necesario volver a hablar con ellos y explicarles el sentido del cumplimiento de esa norma.

¿Por qué es importante hacer un seguimiento en el proceso normativo?

Tenemos que tener en cuenta las dos situaciones diferentes:

  • Si la norma se ha cumplido, felicitaremos al niño y cumpliremos con la consecuencia positiva que previamente hemos establecido.
  • Si la norma no se ha cumplido, volveremos a explicárselo. En caso de que la evolución no sea favorable, podemos replantear endurecer las consecuencias o poner consecuencias positivas más atractivas para motivar el cumplimiento de la norma

En el último caso, podemos replantear el castigo: consecuencia negativa derivado por el incumplimiento de una norma y que disminuye las posibilidades que ésta se repita. A la hora de efectuar un castigo tenemos que tener en cuenta:

  • No sea el método exclusivo de aprendizaje.
  • No humille al niño, buscando el momento y lugar adecuado para llevarlo a cabo.
  • Se explique por qué se castiga y estemos seguros de que el niño lo entiende.
  • Se aplique inmediatamente después de la conducta que queramos mejorar.
  • Tengamos muy en mente que los castigos han de ser proporcionales al nivel del problema; no es lo mismo por agresión que por no recoger sus juguetes.
  • Tener en cuenta el nivel evolutivo del niño.

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Artículo escrito por

Laura Santos

Laura Santos

MAESTRA ESPECIALISTA EN EDUCACIÓN ESPECIAL

Laura Santos es maestra especialista en Educación Especial y Dificultades de aprendizaje y coordinadora de Apoyo Escolar en Área 44 Servicios Educativos.